Entendemos al banco como el corazón de la economía, y al dinero como la sangre que circula en la sociedad. Un corazón sano lleva la sangre a donde el organismo la necesita para cuidar la vida. Hacia donde los bancos canalizan sus inversiones define el tipo de sociedad que creamos. En este sentido, la Banca Ética funciona como un corazón sano, que construye un puente entre las ideas y la realidad; vinculando a inversionistas conscientes, que entienden que el propósito es tanto o más importante que la rentabilidad, con aquellas empresas y organizaciones que generan un impacto positivo.